martes, 26 de octubre de 2010

Y ella, bipolar...

El sofá. Los cojines. La lámpara. Las sábanas. Los cubiertos. La calle. La gente. La sociedad. Los bares. Incluso su casa... Todo seguía igual. Es increíble -pensaba- como las cosas no cambian, pase lo que pase. "Todo sigue igual, eres tú la que no lo haces" le decían a menudo. Y era cierto, ¿porqué has de creer que todo debe cambiar cuando tu vida gira? Estamos equivocados desde siempre. Creemos que lo entendemos, y que es cierto, que nada cambia. Pero un día llega, y te das cuenta de que, no engañarte a ti misma, pero sí estar confusa sin tú saberlo. Y eso, evidentemente, no es malo bueno. Pero aprendí a querer, y de igual forma, aprenderé a olvidar cómo se hace. Y lo conseguiré.

 Cuando sufres un cambio tan radical en tu vida, hay diferentes fases. La primera, inconscientemente es, sin duda, llorar, llorar y llorar. Pero ¿y luego? Luego eso pasa... Y cada día es más difícil que te hagan daño si la caída ha sido tan dura. Puedes incluso tardar unas semanas en volverte a caer, y eso que ni si quiera ya subes alto. Pero la vida no está hecha para entenderla, está hecha para vivirla. 

Y así lo comprobó ella. Con cambios continuos, permanentes. Y ella, susceptible, irascible, propensa al odio social, a las quejas, a las malas lenguas... Bipolar.

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