lunes, 26 de marzo de 2012

Bienvenido fuiste.

¿En qué tipo de sector social se ha aceptado eternamente que el dolor hay que evitarlo? ¿Acaso no os sentís poderosos cuando le libráis una victoria?

Desde que somos niños se nos enseña en la escuela que hay que evitar el mal, evitar el dolor, escapar de él. Luego hablan de que en lo que importa de verdad se instruye uno fuera de las aulas, en "la escuela de la vida". ¿Porqué no empezamos con los pies en el suelo? ¿Porqué no empezamos a decirles a todos los primerizos lo que hay? Siempre hay que empezar por la inocencia, no digo que no, y la felicidad del ignorante. La felicidad de los niños. Pero aquellos que cambian la felicidad del ignorante por la crueldad -y no tan crueldad- de la realidad son los que finalmente consiguen un concepto más real de la verdad, más cercano al conocimiento.

No sé porqué escribo esto ni porqué tengo tantas letras en mi cabeza. Es una pared blanca y tengo muchas letras en ella. Esto puede ser que no tenga cohesión alguna, pero hoy he estado todo el día pensando en el dolor: físico, espiritual, psicológico, todo tipo de dolor. Me encanta el dolor. Si antes lo odiaba ahora he aprendido a quererlo, y he ahí mi evolución.

El dolor es eso que repudiamos continuamente hasta que de verdad somos personas, hasta que somos maduros. Entonces damos una bienvenida al dolor, al sentimiento de angustia y de hastío. Todo en su justa medida, claro. No sé en qué bendito momento pasé de odiarlo a querer sentirlo, a querer aprender de él, a beber de él y a saber escupirlo cuando toque, pero desde luego me alegro en demasía de ese momento en el que decidí elegirlo como compañero de mi camino. Aunque cuando lo sienta, a veces, deseé quitármelo de encima, sé que todo pasa por algo, y el dolor es ese algo que te ayuda a crecer, a evolucionar y a sentirte viva, a sentir cómo evolucionas y cómo vas dejando atrás pequeñas partes de ti que sobran, que hacen que tu persona sea defectuosa. Para dar vía libre a ese superhombre que todos deberíamos tener dentro.

Y por cosas como estas no entiendo que la sociedad actual sea tan superficial, que sólo busquen una alegría estética, unas buenas vistas. Y que no se busque esa belleza en la fuerza interna de cada persona. Pero "déjales, no saben lo que hacen"...

viernes, 23 de marzo de 2012

Déjales, no saben lo que hacen.

Me gusta haber evolucionado tanto y por una vez sentir la ausencia de involución. Involución que te lleva a sentir que estás en la más absoluta destrucción. Pero no, por una vez esto no es así. Es la primera y es el principio del final, estoy más que segura. ¿Qué será ahora del resto de la vida? ¿Qué pensarán? ¿Qué pensaré dentro de un mes? ¿Y de un año?

Tengo tantas cosas en mi cabeza que no me basto con nada, no sé cómo callar mis ansiados pensamientos, como saciar mi sed de conocimiento. Quiero beber de esa fuente que llaman sabiduría, quiero empaparme de fortaleza. De momento cuento con unas increíbles ganas de vivir, de conocer, de conseguir, de luchar... Simplemente empiezo a ver cómo nos elevamos. Cómo me elevo.
mi droga más sana
Yo que pensaba que las cosas eran mucho más fáciles. Yo que pensaba que vivir en la ignorancia era mucho mejor, pero llega un momento en que te das cuenta que no es así, que empiezas a conocer cosas, aspectos de la vida, empiezas a interesarte por cosas que antes ni si quiera sabías que compartían aire contigo. Y cuanto más quieres saber, menos sabes, y es todo un círculo vicioso en el que estás sumida pero nunca ves que sea suficiente. Se te queda pequeño el mundo, cortos los días, y grandes todos los conocimientos. Estoy aprendiendo que la inteligencia, el conocimiento y las ganas de saber son una droga. Bastante sana, pero no deja de ser una droga.

jueves, 22 de marzo de 2012

Se hace eterno


Relax. Tranquilidad. Ira. Decepción. Arrepentimiento dudoso. Dudas. Fortaleza. Dolor. Fortaleza. Fuerza. Alegría. Sensación, de vivir. Querer. Poder. Intentarlo. Querer. Tranquilidad. Ira. Relajación. Inspiración. Introspección. Destrucción. Tranquilidad, tranquilidad, tranquilidad, paciencia, paciencia, paciencia...
Cuando no tienes por dónde empezar, las palabras se quedan pequeñas, todo se vuelve un chaos y no sabes cómo organizar tu discurso, ni tú. Para eso existen las noches, las camas y las ricas almohadas. Los paseos en bici, la música y la soledad. Los casos, el sol y la lluvia. Los libros y el chocolate. Las ensaladas y la cámara. Los químicos, los carretes, el blanco y negro y los papeles fotosensibles. En ese momento, en el que las palabras se te queden pequeñas, deja de pensar, actúa, haz lo que te llene de vida y fluye.