Esperar supone ilusión, esfuerzo, lucha, alegría, tristeza, fuerza, motivación, desilusión, valor... y muchas cosas más.
¿Será por eso por lo que siempre me decido por esperar por algo? No sé, pero sea cual sea la razón de que siempre me disponga a esperar por algo o por alguien, lo adoro. Adoro el estar en incertidumbre hasta que llega el momento. ¿Y qué pasa cuándo llega? Es parecido al mayor placer que puedas pensar -claro, si se trata de esperar por algo bueno-.
El caso es que me atrevería a decir que es uno de los verbos que más juego dan a mi vida: esperar.
Porque a tanta gente le desagrada... y a otra tanta le gusta. Y es cierto que también me gusta decir eso de vivo el día a día y no el mañana de ayer, pero quizás una de las cosas que me caractericen sea la contradicción y la bipolaridad, y esto es un claro ejemplo de ello. Sí, vivo el día a día, pero pienso que vivir esperando algo es vivir con ilusión, y carecer de ella, lo veo innecesario.
No sé...Esas personas que, por lo general, tienden a pensar en negativo, a pensar que la ilusión es cosa de algunos pocos tontos, ¿que acaso son ellos perfectos?
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