martes, 23 de octubre de 2012

comounvinilo

El problema es que le diría una y mil veces que me vuelva a tocar esa canción con la guitarra,
que cierre los ojos para verle la cara de ángel,
y que los vuelva a abrir y marque esa sonrisa de niño travieso.

El problema es que soy adicta a su forma de vestir.
Y a la forma en la que me coge de la cabeza y me marca un beso en la frente.

Que contaría el número de pasos que da hasta llegar a mi lado.
El problema es que me gusta rebobinar en mi cabeza, 
pausar la imagen y volver a darle al play. 
Pero el verdadero problema de todo esto
es que no paro de hacerlo ni aunque la cinta esté rayada. 

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